jueves, 28 de noviembre de 2013

Carta a Dios

Señor:

     Siempre me han dicho que tú lo oyes y lo ves todo, entonces debes saber el momento por el que estoy pasando. Muy amargo para mi. Estos días he escuchado de todo; que todo va a salir bien, que tenga fe, que confíe, que no me preocupe de más, que no me estrese. Y de alguna manera todas esas cosas dan vueltas en mi mente, algunas sirven otras sólo me molestan. ¿Cómo alguien me puede decir que no me preocupe? Nadie más que yo sabe por el momento que estoy pasando y lo que me duele. Nadie jamás sabrá lo que se siente, porque quien lo vive en estos momentos soy yo.
No he querido aferrarme a una idea que tal vez al creerla sólo me haga más daño, pero támpoco quiero ser pesímista y ver todo negativo. 
Tú sabes lo que deseo, sabes lo que me gustaría y si las cosas deben pasar así yo me sentiré plenamente agradecida y daré lo mejor de mi para cumplir con todo eso que es necesario, para llevar a cabo con amor lo que se debe hacer. De lo contrario, si pasa aquello que no me es grato, entonces aprenderé, y sí, yo sé que lloraré y me dolerá y sufriré; pero seré más fuerte y tendré muchas armas para salir adelante.
Mi confianza está plenamente en ti, pasará lo que tenga que pasar. Muchas veces ante estos momentos nos damos cuenta de nuestra debilidad, de nuestra calidad de humanos y que hasta en las películas los superheroes también lloran.
Todo esto me lleva a pensar que cuando queremos algo muchas veces no pasa justo en ese momento que lo buscamos y que cuando no lo queremos ahí está. El secreto de todo esto es que las cosas no pasan cuando las queremos, pasan en el momento justo, en el momento adecuado. Dícen que tus tiempos son perfectos.
Y aquí estoy en espera... Nunca la espera se me había hecho tan fría, tan dura, tan cortante. Pero el tiempo nos da las respuestas y ya llegará ese momento en el que tenga la verdad y para ese entonces te pido que me des las respuestas para saber que decisión tomar.
Señor, me pongo en tus manos...


lunes, 23 de septiembre de 2013

Libros y letras

De alguna manera a lo largo de mi vida he descubierto varios libros. Últimamente he leído más que de costumbre y otras veces no he leído lo suficiente, otras más no he leído lo que me gustaría. Y con el recuerdo y recuento de todos esos libros me doy claramente cuenta de que hay un gran vacío literario en nuestro país. Ya lo han mencionado tantas veces y México no es un país de lectores. Ese detalle me parece bastante triste y preocupante, sin embargo nadie puede fomentar más la lectura que nuestros propios padres desde la niñez.
Pero hoy no quiero hablar de los problemas que tiene México con respecto a la lectura de calidad (algo totalmente diferente a leer el Tv y Novelas), hoy quiero hablar de la gran importancia de la lectura. 
Por donde lo veamos la lectura siempre tendrá bastantes beneficios, no sólo físicos, también mentales. Sólo por mencionar unos cuantos está el beneficio de aumentar la agilidad mental ya que favorece la concentración y las conexiones neuronales; favorece las relaciones sociales porque al leer generamos temas de conversación que facilitan la interacción; reduce el nivel de estrés; activa el sistema visual y hasta podría ayudar al éxito profesional de las personas lectoras de acuerdo a estudios de la Universidad de Oxford. Y así podríamos seguir escribiendo muchos más, sin embargo creo que éstos son de los más importantes.
Ahora pensemos en todas las veces que hemos recurrido a la lectura para que nos ayude en algo. Puede ser tan simple como leer para pasar un examen, leer un instructivo para entender el funcionamiento de alguna cosa y hasta puede trascender todavía más como leer un libro de superación o escribir una carta para decir algo que no nos atrevemos a decir, al final de cuentas alguien lo leerá.
En mi personal experiencia la lectura me ayudó a salvar una vida. Recuerdo que mi papá tenía un libro de primeros auxilios en su librero, mi curiosidad me llevó a hojearlo y después a leerlo. Era un manual de la Cruz Roja, sencillo y explicado con muchas imágenes. Un día mi hermano menor jugaba con una canica, y en el momento menos esperado me di cuenta que no estaba respirando bien, hacía un ruido extraño y comenzaba a ponerse rojo. Miré para todos lados y no vi la canica así que supuse que se la había tragado. Mi cerebro reaccionó de inmediato y recordé la maniobra Heimlich contra atragantamiento y la apliqué como recordé. Inmediatamente la canica salio de la garganta de mi hermano y afortunadamente le salvé la vida. Puede sonar a mentira, puede sonar exagerado, pero es la verdad. Yo lo viví y la lectura te puede salvar la vida... Lean!





miércoles, 10 de abril de 2013

Entender a los demás

Las relaciones entre personas son muy complicadas porque cada quien tiene una visión diferente de las cosas, dependiendo de lo que han experimentado, de como fueron educados en su casa y de los ideales que persiguen. Sin embargo el convivir con los demás nos puede traer una serie de momentos que en muchas ocasiones suelen ser bastante importantes en nuestras vidas; incluso nos recompensan emocionalmente.
Pero ¿cual es la clave para llevar las relaciones de manera pacífica y hacerlas durar lo más que se pueda? Desde mi punto de vista todo se basa en el respeto. Respeto a cada cosa que nos rodee, no sólo de los demás pero de nosotros mismos también.
Llega un momento en el que definitivamente no estaremos de acuerdo con lo que los demás piensan ni con las decisiones que han tomado, pero si aprendemos a respetar y recordamos que todos somos distintos a los demás tal vez ese proceso de entendimiento sea más digerible.
La vida de por si suele ser complicada y si nosotros nos la complicamos con cuestiones abstractas de lo que pensamos entonces estaremos parados en un verdadero conflicto.
Dicen que muchas veces para entender a los demás y para tener una mejor perspectiva de las cosas debemos ver la situación desde fuera. De ahí la frase "ponte en los zapatos de los demás".
Después de leer esto seguro más de uno se preguntará: ¿Y quien se pone en mis zapatos? ; ante ésta pregunta sólo queda decir que si todos tuvieramos el hábito de ser más reflexivos y menos egoístas se haría un circulo en el que cada acción regresaría a nosotros de la misma manera.
Recordemos que ceder no significa perder nuestros objetivos ni sacrificarnos a manera que nuestros intereses queden reducidos a nada. Cómo en todo en esta vida debe haber un equilibrio, las decisiones deben ser bien pensadas recordando que a cada acción hay una reacción.