Caminaba por el pasillo y la vi. Estaba sentada en el suelo con la espalda recargada en una maceta y la cabeza entre las piernas. Su largo y oscuro cabello caía como cortinas y le cubrían todo el rostro. No pude verla a los ojos pero supe que lloraba. Tal vez el amor de su vida se fue para siempre, tal vez promovieron a su mejor amiga y tuvo que irse del país. La verdadera razón, no la sé.

Imagino que alguno de ustedes también tendrá su historia que contar. Dicen que hay quienes van al aeropuerto a observar a la gente para así poder sacar el tema de su historia.
La imaginación vuela cuando pones atención en cada expresión y es tanta la gente que circula por ese lugar que hay mucho material para escoger. Me pregunto si la misma gente que está ahí se ha puesto a pensar en lo que su rostro nos dice a los demás o si ellos mismos se han puesto a observar a los demás.
Algo que suele suceder es que siempre miramos, pero no observamos, siempre oímos pero casi nunca escuchamos y no nos damos cuenta de que a nuestro alrededor pasan tantas cosas. Muchas de ellas tal vez valgan la pena para fijar nuestra atención y quien sabe, tal vez así también nosotros construyamos nuestra propia historia, digna de contar.