En tu mirada me encontraba.
Los reflejos del amor en tus ojos destellaban y en una sincronía de corazones palpitantes nuestras almas se enredaban.
Pero llegó ese día, ese día en el que dejaste todo atrás.
Ese día en el que preferiste dejar de amar.
Y no era la razón la que por ti hablaba.
Eran tu miedo y orgullo la voz que yo escuchaba.
Entonces entendí que debíamos partir.
No era justo ya por ti morir.
Y tus ojos jamás se volvieron a abrir.
Se cerraron y no volvieron a ver por mi.
Y al final tu mirada se apagó junto con la llama de aquel amor.
Por que al abrir los ojos te darías cuanta que no era amor lo que destellaban sino lujuria por tener tu cuerpo con el roce del mío, y que nuestros corazones nunca se sincronizaron sino eran nuestras manos que con cada caricia se entrelazaban, y por muy cruel que parezca al terminar la pasión la llama se apago, y por miedo decidí bajar la mirada para quedar en el recuerdo como un sueño hermoso
ResponderEliminarFeliz día de la poesía, gracias por compartirnos tu entrada.
ResponderEliminarUn poema lindo... obvio, tenía que serlo saliendo de ti. Es triste, eso sí; y me tomaría la libertad de advertir una cosa.
ResponderEliminarSí existe esta llama que nunca se apagará, y unos ojos que nunca se cerrarán, para ti.
Hermoso, me duele el alma Susana, muy lindo
ResponderEliminarMuy hermoso y aunque te conozco poco no me sorprende lo profunda que puede llegar a ser tu alma
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